¿Fitosanitarios como «ingrediente» de los alimentos?

En el siguiente vídeo mostramos etiquetas de tres alimentos (mandarinas, naranjas y uvas de mesa) y vemos qué información acerca de los fitosanitarios contienen. En siguientes entregas ahondaremos más acerca de #fitosanitariosYalimentos

Vídeo de fitosanitarios en las etiquetas de los alimentos

Tres átomos lo cambian todo

El aceite de clavo es una materia activa fitosanitaria que contiene una molécula llamada eugenol que figura en el anexo IV del reglamento 839/2008 y como tal, es una sustancia a la que no se le exige LMR (límite máximo de residuo). Según la agencia europea de seguridad alimentaria (EFSA), las sustancias a las que no se le exige LMR son aquellas que no suponen un peligro para la salud del consumidor.

Nota importante: Que una sustancia esté exenta de LMR no quiere decir que uno se la pueda beber como si fuera un refresco, sino que la cantidad de sustancia que puede permanecer «pegada» a la piel de la fruta, resulta inocua para el consumidor.

Y os preguntaréis, ¿para qué diantres sirve el aceite de clavo (eugenol)? Pues bien, el eugenol se emplea como fungicida en determinadas frutas. En España, sin ir más lejos, según la base de datos Homologa se puede emplear en cítricos, melocotones, nectarinas, peras, etc. Existen al menos tres productos comerciales que contienen eugenol.

Hasta aquí la biografía del eugenol suena parecido a la de cualquier otro activo. Sin embargo, si al eugenol le modificamos ligeramente su estructura, todo cambia. Añadiéndole un radical metil (sustituyendo un hidrógeno por un radical metil que es un carbono con dos hidrógenos), obtenemos el metil-eugenol. Pues bien, el metil-eugenol, no se emplea como fungicida, no está exento de LMR y de hecho es cancerígeno y mutagénico según un informe publicado por la EFSA en 2017.

En algunos países, el metil eugenol se usa en plantaciones como atrayente en dosificadores a los que van acoplados unas trampas de pegamento. De esta forma, el macho de la mosca de la fruta (Bactrocera dorsalis) se siente atraído y queda pegado a la trampa, evitando así, que la mosca de la fruta pueda reproducirse. En estos casos el metil-eugenol no se aplica directamente a la fruta sino que está confinado en el dosificador. Por ese motivo, la fruta nunca debería tener residuo de metil-eugenol.

Este ejemplo ilustra la delgada línea que existe entre el eugenol y el metil-eugenol. El primero es un fungicida (mata hongos) que se puede aplicar directamente a la fruta. El segundo, no se aplica directamente a la fruta si no que se usa como atrayente-trampa (atrae insectos).

Conclusión: Tres átomos lo cambian todo. Para un profano en química/toxicología las estructuras representadas en la ilustración podrían parecer casi lo mismo. Sin embargo, no lo son. Para nada. Tienen usos distintos, comportamientos toxicológicos distintos y por supuesto LMRs distintos.

Por ello, antes de usar sustancias químicas para proteger cultivos / alimentos, cerciórate de que lo estás haciendo bien, infórmate y consulta. Más vale prevenir que curar…

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LMRs en Reino Unido (parte II)

Tal como comentábamos en la publicación del pasado mes de noviembre, actualmente Reino Unido, está partido en dos en cuanto a lo que LMRs (límite máximo de residuos) se refiere. Por una parte, Irlanda del Norte sigue la normativa europea tal y como lo hacía en la era pre-Brexit. Y por otra parte, la legislación de LMRs de Gran Bretaña (Inglaterra+Escocia+Gales) no incorporará ningún LMR decidido por las instituciones europeas con fecha posterior a 31 de diciembre de 2020.

En las notificaciones de la agencia británica HSE (Health and Safety Executive) reza la siguiente frase : “All  EU MRLs in place before 31 December 2020 continue to be valid in Great Britain» cuya traducción según Google queda «Todos los LMR de la UE vigentes antes del 31 de diciembre de 2020 siguen siendo válidos en Gran Bretaña»

Según esa traducción, los LMRs que fueron decididos, aprobados y publicados en 2020 pero que entraron en vigor en 2021, no aplicarían en Gran Bretaña. Este es el caso del reglamento Regulation (EU) 2020/785 (fue aprobado en junio de 2020 pero sus valores entraron en vigor en enero de 2021) . Según la base de datos Homologa este reglamento establece para algunos cultivos nuevos LMRs (y también modificaciones) para las siguientes materias activas: chromafenozide, fluometuron, fluvalinate, myclobutanil, napropamide, pencycuron, sedaxane, sintofen, tau-fluvalinate and triazoxide.

Pongamos, un ejemplo. Hasta el 1 de enero de 2021 en toda la Unión Europea el LMR de Tau-fluvalinato que aplicaba a los tomates en toda la unión era de 0,1 mg/kg. Como consecuencia del reglamento 2020/785, ese LMR se ha reducido al límite de detección, es decir, si llega un contenedor de tomates procedente de Marruecos a la frontera de la Unión Europea y se detecta tau-fluvalinato, ese contenedor sería rechazado. Sin embargo si el mismo contenedor llega a las fronteras de Gran Bretaña, se detecta tau-fluvalinato pero la concentración está por debajo de 0,1 mg/kg, el contenedor podría entrar e incorporarse a los canales de distribución de Gran Bretaña para su consumo. Paradojas…

Aquí dejo el enlace a la nueva base de datos de LMR de Gran Bretaña (Reino Unido)

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¡Un saludo limareños!

¿Cuál es el LMR de clorpirifos (chlorpyrifos) en cítricos en la Unión Europea?

Si uno accede a las tablas de los reglamentos europeos de LMR (límite máximo de residuos) verá que el LMR del clorpirifós está establecido en 0.01 mg/kg o lo que es lo mismo 0.01 ppm. Este límite fue publicado en el diario oficial de la Unión Europea el 30 de julio de 2020.

Sin embargo esas 0.01 ppm en realidad no se refieren a tal valor númerico sino al límite de detección del clorpirifos, el cuál está por debajo de 0.01, en concreto entre 0.002 y 0.005 según esta fuente.

De esta forma, los cítricos que se exporten a la UE no pueden tener resíduo alguno de clorpirifos. En caso de contenerlo y que una inspección en el PIF (punto de inspección fronterizo) lo detectase, el contenedor o lote sería rechazado.

Para más información no duden en escribirnos a limitemaximoresiduos@gmail.com.

¡Un saludo limareños!

Transgénicos (OGM) en la agriculura de la Unión Europea

En 1998 la Unión Europea aprobó el cultivo, en suelo europeo, de plantas genéticamente modificadas. Este acontecimiento estuvo precedido por años de trabajo experimental y burocrático. Resulta paradójico que a Europa, lugar de nacimiento de los transgénicos, le haya llevado mucho más tiempo el proceso de aprobación que a muchos países americanos (algo parecido ha ocurrido con la vacuna de la Covid-19 donde la alemana BioNtech ha tenido un papel muy relevante y sin embargo Pfizer se ha llevado la mayor parte del reconocimiento como primera empresa occidental en lanzar «la» vacuna). Sin embargo, centrémonos, han pasado ya más de 20 años desde la aprobación de los cultivos transgénicos, ¿qué sabe el lector acerca de ellos?

En la imagen vemos la evolución, fruto de la mejora vegetal a través de selección de indivíduos y cruces, desde el cultivo primigenio, el teosinte a la izquierda, hasta el maíz convencional actual (NO transgénico) a la derecha . Fuente: John Doebley, CC BY 2.5 https://creativecommons.org/licenses/by/2.5, via Wikimedia Commons

En primer lugar conviene aclarar que los OGM (organismos genéticamente modificados) no sólo son usados en agricultura. De hecho, en el año 2007 tres científicos recibieron el premio Nobel por sus investigaciones en técnicas para modificar genéticamente ratones. Asimismo, es común el uso de microorganismos genéticamente modificados con fines sanitarios (por ejemplo, para fabricar insulina) . Existen incluso seres humanos genéticamente modificados, pues en ocasiones, debido a una enfermedad genética se tiene que recurrir a la terapia génica para cambiar los genes que desencadenan el problema. Pues bien, un humano que haya sido tratado con terapia génica es un OGM con todas las de la ley. Si los OGM son usados en el mundo animal, en los microorganismos, sin apenas debate, ¿por qué no ocurre lo mismo en la agricultura? Es complicado…¡Empezamos!

Ratones transgénicos que muestran ojos fluorescentes flanqueando a un ratón convencional. See above, CC BY 2.0 https://creativecommons.org/licenses/by/2.0, via Wikimedia Commons

Los cultivos genéticamente modificados son bastante heterogéneos. Algunos son resistentes a herbicidas y permiten un uso que puede llegar a ser abusivo de los mismos. Otros cultivos son resistentes al ataque de insectos y por eso, permiten un ahorro de insecticidas. Siendo ambos transgénicos, unos fomentan el uso de más químicos y otros el efecto contrario. Centrémonos en estos últimos.

El ejemplo más representativo es el maíz MON 810 (que por cierto está permitido en Europa pero sólo con fines de alimentación animal. En EE.UU. , Brasil, etc. sí se permite su uso para consumo humano) . Este maíz es resistente a una plaga conocida como taladro del maíz. ¿Y os preguntaréis, cómo ha conseguido esta resistencia? Pues se le ha insertado al maíz un gen de la bacteria Bacillus thuringinesis que fabrica una proteína con efecto insecticida. Tanto es asi que en agricultura ecológica está permitido el uso de Bacillus thuringiensis (en este caso, la bacteria entera, no sólo el gen) para combatir los insectos.

El problema de rociar Bacillus thurigiensis encima de los cultivos ecológicos es que en ocasiones los cultivos de esta bacteria están contaminados con bacterias muy toxicas como el Bacillus cereus. La agencia europea de seguridad alimentaria EFSA, ha detectado en 7 años (2007-2014) 413 alertas alimentarias debido a Bacillus cereus que han afectado a más de 6000 personas, de las cuales 352 tuvieron que ser hospitalizadas. Incluso la propia EFSA ha publicado un estudio en que habla de los riesgos que puede entrañar no sólo encontrar Bacillus cereus en la comida sino también el propio Bacillus thuringiensis.

Cambiando el enfoque y a pesar de estos inconvenientes, sin duda preferiría vivir al lado de un campo de cultivo ecológico antes que al lado de uno de agricultura convencional ya que estaría menos expuesto a aplicaciones fitosanitarias más agresivas y probablemente el campo de agricultura ecológica sería algo más biodiverso. Pero no debemos olvidar que no todo es oro lo que reluce. Cuando en agricultura ecológica se aplica Bacillus thurigiensis, los efectos insecticidas de este son los mismos para la plaga en cuestión como para otros insectos totalmente inócuos o incluso beneficiosos.

Maíz convencional (no transgénico). Debido a la climatología, el taladro del máiz no es, de momento, una amenaza para el maíz en Galicia. Por eso los agricultores plantan maíz convencional por ser su semilla más económica que la transgénica

Llegados a este punto, ¿qué es mejor un campo con maíz transgénico MON 810 al que no hay que tratarlo con insecticidas o un campo de maíz ecológico al que se le aplica Bacillus thuringiensis?

Existen muchos más factores que impiden contestar a esa pregunta con un enfoque tan reduccionista. Por eso, esta será sólo la primera de las varias entradas de blog que le dedicaré a los transgénicos. ¡Espero que aprendamos juntos en esta pequeña aventura!

¡Un saludo limareños!

Plagas 04: La psila africana (Trioza erytreae)

¿Quizás te hayas preguntado qué enfermedad tiene el limonero? o ¿por qué las hojas del naranjo tienen verrugas y agallas? o ¿por que se ponen amarillas las hojas de los cítricos? o ¿cuál es la plaga de moda de los cítricos?

Si vives en el noroeste penínsular (Galicia, Cantabria, Norte de Portugal, etc), muy probablemente la respuesta a esas preguntas se halle en torno a una nueva plaga: la psila africana.

La psila africana (Trioza erytreae) es un insecto hemíptero (tiene alas) que succiona la savia de los cítricos. Al hacerlo causa la formación de verrugas y el amarillamiento de las hojas. Asimismo, puede actuar (por el momento no ha ocurrido en España) como vector de una bacteria (Candidatus Liberibacter africanus) que causa la enfermedad del enverdicimiento (greening), también conocida como Huanglongbing (HLB) .

Vídeo que muestra los efectos de la psila africana (Trioza erytreae) en un limonero localizado en la provincia de A Coruña (España)

En la península, la psila africana está presente desde 2014. La plaga se detectó por primera vez en el entorno de la Ría de Arousa y desde entonces avanza paulatinamente. En este enlace se puede ver el desglose de parroquias gallegas afectadas. Asimismo, el gobierno cántabro publicó en 2020 una resolución que declara presente esta plaga en esta comunidad autónoma.

En España no existe por el momento ningún tratamiento específico autorizado. Sin embargo la base de datos Homologa muestra para Portugal una serie de autorizaciones off-label que contienen el principio activo acetamiprid.

Nota de edición: A fecha de 05/07/2021 sí existen varios registros de aceites de parafina para combatir la psila africana en España. Asimismo existe un proyecto experimental para combatirla con un enemigo natural y a través de lucha biológica, la avispilla Tamarixia dryi. Para más información acerca de este parasitoide pueden visitar esta noticia de La Voz de Galicia

No obstante, antes de efectuar un tratamiento, es necesario realizar un correcto diagnóstico. Puede que concurran distintas plagas en el mismo ejemplar. En el siguiente vídeos se pueden apreciar agallas y negrilla.

Por último, si tienes conocimientos de plagas quizás te baste con la ayuda de un microscopio de escasa resolución de unos 30 euros. En el siguiente vídeo mostramos qué se observa en una de las hojas del naranjo mostrado en el vídeo Plagas 06.2

Para más información escríbanos a limitemaximoresiduo@gmail.com

¡Un saludo limareños!

Agrónomos, 10 años después

En 2010 finalicé la carrera de Ingeniero Agrónomo en la UPM. Al hacer balance, diez años después, resuenan en mi cabeza varias preguntas: ¿ha sido una buena elección? ¿volvería a estudiar agrónomos? ¿recomendaría estudiar agronomía? ¿recomendaría a algún conocido cursar estudios en la hoy llamada ETSIAAB (Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas)? En concreto, ¿ recomendaría estudiar el grado de Ingeniería Agrícola que ofrece la ETSIAAB?

Ricardo Ricote Rodrí…, CC BY 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by/3.0, via Wikimedia Commons

La respuesta a todas esas preguntas es un «sí», pero con muchos (demasiados) matices… Y antes de explicarlos os voy a poner en contexto. Os voy a contar mi (pre)historia agronomita.

Recuerdo que de niño me preguntaron qué quería ser de mayor. Lo tenía claro, ingeniero agrónomo, por supuesto. Esta respuesta no sorprendía a mi entorno pues tanto por parte de madre como de padre existe una larga tradición vitivinícola. Tanto es así, que si se sube por ambos árboles genealógicos, uno se encuentra con varios socio-fundadores de la cooperativa vitivinícola del Ribeiro (actualmente Viña Costeira). Mi padre a día de hoy sigue siendo socio y así, este mismo año, he colaborado en la vendimia como vengo haciendo desde la infancia. También desde la adolescencia he ayudado en alguna que otra «sulfata» (aplicación de fungicida en viña) con un pulverizador de mochila a la espalda. Tarea para nada agradable. Por mucho que uses gafas, mascarilla, ropa adecuada…probablemente pasarás mucho calor, te picarán los ojos y las mucosas, debido a la irritación que producen los fitosanitarios, y seguramente notarás molestias en la espalda al llevar cargado en el momento posterior al llenado unos 20 kg de peso. Además, el esfuerzo se acentuará en fincas con una notable pendiente como la de mi padre. Por entonces, tenía claro que quería ser agrónomo, pero no agricultor. O al menos, no en esas condiciones.

Finca de O Santo (Alongos, Toén, Ourense) en la que se observa una notoria pendiente
Mochila de pulverización Vieira con la que apliqué algún fitosanitario cuando era más joven. Fuente: https://vieira.vieirinox.pt/es/pulverizadores/atomizador-vieira/

Por otra parte, sin carecer del conocimiento que aporta crecer en una familia con orientación agrícola, tampoco me faltó la inquietud por ayudar a preservar el medio natural. Recuerdo un hecho que me marcó en este sentido. Todos los años en enero o febrero, las viñas de Alongos (la aldea familiar) son tratadas con herbicidas con el fin de evitar que las hierbas influyan negativamente en el desarrollo de las vides y también para prevenir daños por heladas. Sin embargo, el ver como las viñas cambian el intenso color verde del otoño por un amarillo clorótico en pleno invierno me entristecía (y me sigue entristeciendo) profundamente. Por eso, todo cobraba sentido, soñaba con ser un agro-héroe que descubre fitosanitarios respetuosos con el medio ambiente. Soñaba con crear un químico que paraliza el crecimiento de las hierbas, sin arrebatarle su color verde y sin llegar a matarlas. Soñaba con algo que hoy, a ojos de un experto, se antoja ingenuo pero que, sin duda, supuso una motivación más para estudiar agrónomos.

Finca de O Santo (Alongos, Toén, Ourense) en la que se observa la incipiente marchitez permanente de las hierbas causada por la aplicación de un herbicida.

Y así, «pasito a pasito, suave, suavecito», llegó el año 2005. Allí estaba sentado en el acto inagural del curso, en un salón de actos de la Escuela de Agrónomos de Madrid que recuerdo abarrotado -aunque quizás no lo estuviese. El entonces director de la escuela, Jesús Vázquez Minguela, presentó a Jaime Lamo de Espinosa (exministro de agricultura) que elaboró un bonito discurso del que, sinceramente, no rememoro ni una sóla palabra. Lo que sí recuerdo es un vaticinio de uno de los ponentes que en absoluto se cumplió y que venía a decir que debido al gran vacío que dejarían los ingenieros agrónomos en proceso de jubilación, nuestra generación no tendría ningún problema para emplearse… Por cierto, este año, Jaime Lamo también inaguró el curso. Se ve que la escuela, a fin de cuentas, no ha cambiado tanto…

En cualquier caso, por entonces era un auténtico privilegiado. Mis padres financiaban mi estancia en Madrid en un colegio mayor y durante los tres primeros años no tuve que cocinar, ni planchar, ni limpiar… Sólo me tenía que centrar en los estudios y disfrutar de la vida universitaria. Más bien, lo primero, pues la pasta que pagaban todos los meses mis padres me empujaban a ser un disciplinado y obediente alumno. Tanto es así que terminé la carrera en menos de 5 años (el plan 96 de Ingeniero agrónomo consta de 5 cursos pero en mi caso cursé un programa especial, una especie de Bolonia cuando aún no existía el plan Bolonia a través del cual cursaba el quinto curso en forma de máster en la universidad de Cranfield). Y así consta en el expediente académico.

Certificado de notas expedido en la Escuela y que utilicé para solicitar las becas La Caixa y Barrié de la Maza a las que llegué a la fase final de entrevista personal pero que no pude conseguir.

Finalizar la carrera en el mínimo tiempo posible fue una tarea que me resultó ardua debido a la variedad y número de asignaturas que había que aprobar en cada cuatrimestre. Y he aquí el primer matiz. Creo que el plan del 96 de Ingeniero Agrónomo era demasiado amplio y algunas asignaturas me parecieron caducas y prescindibles. Quizás la disciplina no lo era pero sí la forma de impartirla. Asimismo, echándole un ojo al plan de estudios del Grado en Ingeniería Agroambiental (plan 2010) puedo decir que los cambios en el plan no han sido revolucionarios y este grado se parece mucho a la ingeniería agrónoma que cursé. El grado es ahora de cuatro años pero necesita de un máster habilitante. Cinco o seis años en total me siguen pareciendo demasiado tiempo…Por eso creo que hay que ser muy pragmático y evitar quedar atrapado en largas clases de algunos profesores que han perdido la vocación e imparten la asignatura sin ganas ni esfuerzo.

El segundo matiz tiene que ver con el aprovechamiento de lo aprendido. Y sigo pensando que el enfoque de la carrera está diseñado para una España preindustrial. A lo largo de mi vida laboral he trabajado en sectores muy distintos, en tres países y he sido becario, empleado y ahora autónomo. En todos esos escenarios ha habido tres puntos fuertes que me han hecho más competitivo: el inglés, la experiencia de campo y las habilidades informáticas. Solo, el último lo adquirí de rebote y parcialmente en la escuela. Fue en primero de carrera y a través de una asignatura de libre elección «métodos informáticos» impartida por la profesora Beatriz Recio que aprendí lo más básico de la programación. Posteriormente, cursando la orientación de ingeniería rural y de la mano del incombustible Raúl Sánchez (hoy secretario académico de la escuela) aprendí algunos trucos de Excel que me siguen ahorrando, diez años después, mucho tiempo. Hoy en día, el aprender estas habilidades sigue dependiendo de la existencia de profesores motivados y el plan de estudios todavía no los ha incorporado como se merece y no se les ha concedido la importancia transversal que ostentan en todos los sectores desde hace décadas.

Programa en lenguaje Pascal usado en la asignatura de libre elección «Métodos informáticos» en el año 2006 en segundo curso de Ingeniero Agrónomo

El tercer matiz se relaciona con la geografía. Si uno quiere desarrollar su vida laboral como técnico de campo, es recomendable que pase también su vida de estudiante, precisamente, en el campo. Hay que tener en cuenta que en España hay tres subsectores que en términos absolutos son los más representativos en cuanto a empleo generado: la viña, el olivar y las frutas y verduras del Levante. Por eso, si uno quiere trabajar en cítricos, le recomendaría que estudie en la UPV, si quiere desarrollar su carrera en invernaderos sería bueno que estudie en la UAL y que se fuese de Erasmus a Wageningen y si le gustan los cultivos leñosos sería bueno que estudiase en la UDL. Las fortalezas de estudiar el Grado en Ingeniería Agroambiental en Madrid quizás radiquen simplemente en el buenhacer de algunos profesores y en el amplio rango geográfico de procedencia de los compañeros con los que vas a cursar la carrera.

Tengo en la mente más matices. Por ejemplo, he echado en falta una asignatura troncal u obligatoria sobre fitosanitarios y otra sobre biotecnología que nos formase y diese a todos los agronomitos, independientemente del grado u orientación que escojan, unas nociones básicas sobre transgénicos y agricultura mundial. No obstante creo que los matices arriba señalados son los más importantes.

Ahora es momento de resaltar los puntos que me han hecho estar orgulloso de estudiar agrónomos en la ETSIA:

-En primer lugar, las clases prácticas fueron inolvidables. Ver la sección de un tallo de cebada al microscopio, puede parecer baladí pero a mí me dejó alucinado. Las prácticas de química y de análisis instrumental no fueron menos impactantes. Estar allí con la bata blanca haciendo valoraciones ácido-base y ver cuando la probeta cambiaba de color me parecía algo mágico (hay que tener en cuenta que tenía 18 años…). No menos mágicas fueron las prácticas de microbiología, placa Petri en mano y mechero Bunsen a un lado, para luego, una semana más tarde ver cuántas colonias habían crecido. Las prácticas de edafología, las de medios porosos, las de topografía…Todas ellas produjeron en mí una honda impresión porque ni en el bachillerato ni en la ESO había tenido la oportunidad de entrar en un laboratorio.

Sección del tallo de una cebada. Fuente: https://blogs.upm.es/innebioveg/tallo-2/

-En segundo lugar, los excelentes profesores que tuve la suerte de tener. De todos ellos, Pilar Barreiro puede ser que se lleve la palma. Una profesora con una gran vocación y un inefable talento en conjunción con una inmensa capacidad de trabajo. Fue ella junto con Constantino Valero quienes en la asignatura «Agricultura de precisión» me dieron la oportunidad de realizar la primera presentación en público que hice en mi vida. A los 21 años, en tercero de carrera, aún nunca me había enfrentado a hablar en público. Creo que todas los planes de estudio deberían incluir una asignatura de oratoria. Supongo que con la llegada de Bolonia esto ha mejorado…En cualquier caso también fue Pilar Barreiro quien nos tutoró la presentación de un trabajo en el primer Congreso de Estudiantes de Ciencia, Tecnología e Ingeniería Agronómica (este año se celebró la 12ª edición). Una nueva oportunidad para hablar en público…

Poster presentado en el I Congreso de Estudiantes de Ciencia, Tecnología e Ingeniería Agronómica

Guardo muy buen recuerdo de otros profesores del departamento de Ingeniería Rural como Belén Diezma, Adolfo Moya, Víctor Sánchez-Girón y Jacinto Gil Sierra. De este último recuerdo que enunciaba en la asignatura de termodinámica problemas muy interesantes y con mucha aplicación en el mundo agrícola. Ya fuera del departamento de ingeniería rural, me parecieron buenos profesores Fco J. Taguas, Fernando Calderón, Elvira Martínez y Luis Luna. Este último nos impartió la asignatura «Instalaciones de baja tensión» que me ayudó a perderle miedo al cuadro eléctrico de casa y a entender cómo funciona el aparataje eléctrico que sin duda me ayuda a ganar eficiencia y sostenibilidad en mi domicilio.

-En tercer y último lugar, fue una gozada tener la oportunidad de ser becario en el departamento de física y de poder participar en la organización del concurso internacional de robótica en agricultura Agrotech 2009. Organizar este tipo de eventos es complicado y de nuevo fueron las profesoras Beatriz Recio y Pilar Barreiro quienes llevaron la batuta. Este tipo de iniciativas hacían que la promoción número 150 de agrónomos (de la cual formamos parte un centenar de compañeros y yo) tuviésemos la sensación de estar estudiando en una escuela del siglo XXI y no en una antigualla decimonónica. En este caso el dinero que llegaba de Europa nos sirvió de ayuda. Me pareció muy interesante que mi compañero becario Santiago Arteaga pudiese aprender a programar robots usando el lenguaje informático Java. Aunque fuese de forma casi autodidacta, creo que valió la pena. Ojalá los nuevos planes de estudio vayan incorporando paulatinamente de forma obligatoria (y no de forma de optativa, de libre elección o de congreso) el aprendizaje de lenguajes informáticos, la oratoria y comunicación, el uso de internet y la utilización de software (Excel, Autocad, Photoshop, etc). La expresión gráfica en papel y con escuadra y cartabón es antidiluviano…

Robot de uno de los equipos participantes en Agrotech 2009

Ya por último y a modo de conclusión creo que la profesión de ingeniero agrónomo seguirá siendo muy necesaria en un mundo que se encuentra en emergencia climática y en el que los fenómenos adversos pondrán en jaque a la seguridad alimentaria mundial. Espero también que los futuros agronomitos tengan la oportunidad de pasar mucho tiempo en campo y vean los problemas que causan plantas que se usan en jardinería como el bambú o el plumacho de la pampa y se comportan posteriormente como invasoras, provocando pérdidas de biodiversidad y ecosistemas. Espero también que pronto se cambie el enfoque y los agrónomos dejemos de estudiar tantos motores, estructuras, cimentaciones, etc. y nos dediquemos única y exclusivamente a alimentar a la población mundial de la forma más eficiente posible y minimizando la destrucción de la naturaleza.

Nada más, agronomitos, ¡os deseo suerte!

Un 2020 cargado de LMRs chinos

Los límites máximos de residuo (LMR) de plaguicidas en China se rigen por el standard GB2763-2019

La última revisión de este standard se publicó el 15 de agosto de 2019 y entró en vigor el 15 de febrero de 2020. Sin embargo, poco antes de esa fecha, en enero de 2020, China envió a la organización mundial del comercio (WTO) una propuesta de modificación (que afecta a 65 materias activas) a través del documento G/SPS/N/CHN/1149 (el enlace está en chino pero a través de este enlace se puede acceder a la traducción extraoficial hecha por el servicio de agricultura extranjera de los EE.UU.).

Pinche en la imagen para acceder al portal de la organización mundial del comercio donde se recogen las notificaciones de propuestas LMR de los países asociadoshttp://spsims.wto.org/en/Notifications/Search

En absoluto la anterior propuesta fue la única de 2020. En realidad hubo tres más. Dos de ellas se enviaron también a WTO a través de los siguientes documentos:

G/SPS/N/CHN/1164 publicado en julio de 2020 y traducido también por el USDA-FAS en este enlace y que afecta a 67 materias activas. Nota: los LMRs de algunas de las materias activas afectadas se solapan con los LMRs publicados en G/SPS/N/CHN/1149. En estos casos se considera que la última publicación prevalece, sin embargo, habrá que esperar a la publicación definitiva del nuevo standard GB2763 para salir de dudas.

G/SPS/N/CHN/1172 publicado en septiembre de 2020 (enlace a la traducción) que afecta a 187 materias activas. A esta publicación le dedicamos una entrada entera del blog de limare que puedes visitar aquí.

Y por último el 23 de noviembre de 2020 el ministerio chino de asuntos rurales publicó una nueva propuesta que por el momento no ha sido enviada a la organización mundial del comercio(WTO). Lo que sí está disponible es la traducción de FAS .

Aviso en la web del ministerio chino de agricultura que anuncia la publicación de la nueva propuesta de LMRs chinos que tiene el siguiente título:

食品安全国家标准
食品中2,4-滴二甲胺盐等75种农药最大残留限量
National food safety standard
Maximum residue limits for 75 pesticides in food

Tanto los valores LMR en vigor como los potencialmente futuros recogidos en estas propuestas están consolidados en la base de datos Homologa

Para más información, no duden en dejar un comentario o escribirnos a limitemaximoresiduos@gmail.com

¡Un saludo limareños!

Herbicidas de hoja estrecha y el caso del «cardo lechoso»

Los herbicidas de hoja estrecha son selectivos, no matan a todas las malezas, solamente a las malezas de hoja estrecha también conocidas como monocotiledóneas (el grupo más importante de monocotiledóneas son las gramíneas).

En el siguiente vídeo se pueden observar los efectos de un herbicida de control selectivo de malezas de hoja estrecha. Además se muestran distintos tipos de maleza de hoja ancha que quedan indemnes:

Sonchus asper (cerraja en español y «rough milk thistle» en inglés) Además, a partir del minuto uno de la grabación, podéis observar el líquido blanquecino que echa cuando tronzas su tallo, de ahí que le haya llamado «cardo lechoso».

Plantago lanceolata (llantén menor en español)

Para más información sobre malezas de hoja ancha/estrecha podéis visitar la siguiente publicación que versa sobre herbicidas de espectro cruzado que actúan sobre ambos tipos de malezas.

Para más información acerca de otros temas puedes visitar nuestra página principal, nuestro canal de Youtube, nuestro perfil de Twitter o nuestro perfil de LinkedIn.

¡Un saludo!

¿Qué es la definición de residuo de un límite máximo de residuos (LMR)?

Cuando un laboratorio evalúa si un alimento contiene residuos de fitosanitarios, existen dos posibilidades: que se detecten residuos o que no se detecten.

Gallibd, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

La no deteción de residuos finaliza el proceso. Sin embargo, en caso de que se detecten residuos, es necesario analizar si el/los residuo/s cumplen con el #LMR (límite máximo de residuos).

Para ello hay que hallar la concentración del resíduo (normalmente en partes por millón o lo que es lo mismo miligramos de residuo por kilogramo de alimento). No obstante el hallar la concentración de resíduo no siempre es fácil.

En primer lugar hay que tener en cuenta que cuando se aplica un fitosanitario en campo (llamémosle A), éste se irá degradando en otras sustancias, llamémosles B, C, D etc. En esta situación os preguntaréis: ¿ en ese caso el laboratorio qué tiene que medir? ¿solamente «A»? ¿Quizás debe medir «B», «C» y «D» también? ¿Debe sumar todo expresado estequiométricamente como «A»?

Pues la respuesta a esta pregunta es un «depende».

Es aquí donde entra el concepto de definición de residuo.

¿Qué es la definición de residuo de un límite máximo de residuo (LMR)?

La definición de residuo de un LMR es una explicación acerca de qué es lo que se debe medir y cómo se debe expresar el resultado para comprobar que una muestra cumple o no con el LMR.

Por ejemplo, el residuo de carbendazina en la Unión Europea se define en el Reglamento (CE) No 839/2008 como:

«Carbendazina y Benomilo (suma de benomilo y carbendazina, expresada como carbenzadina) (R)»

Por otra parte, tenemos que el LMR de la carbendazina en la Unión Europea para el tomate es de 0,3 partes por millón acorde al Reglamento (UE) No 559/2011

De esta forma, si un laboratorio quiere determinar si una muestra de tomate cumple con el límite de carbendazina debe seguir los siguientes pasos:

  1. Analizar cual es el residuo de carbendazina (sustancia A) en el tomate
  2. Analizar cual es el residuo de benomilo (sustancia B) en el tomate
  3. Convertir el residuo de B estequiométricamente en residuo equivalente de A
  4. Sumar los resultados del paso 1 y 3
  5. Comparar el resultado del paso 4 con el LMR. Para el caso del tomate si el paso 4 da un resultado superior a 0,3 ppm, la muestra incumpliría con el LMR

Este proceso se complica cuando cada país establece su propio LMR y su propia definición de residuo. En este otro post explicamos el caso del tiofanato-metilo. Para esta materia activa, las definiciones de residuo en la UE difieren considerablemente de las de EE.UU. Lo explicamos en el siguiente vídeo:

Debido a esta heterogeneidad internacional, los laboratorios suelen disponer de acceso a bases de datos internacionales como Homologa que disponen de los LMR y las definiciones de residuo establecidas por cada país o marco regulatorio.